EL POEMA AL QUE LE DEBEMOS EL NOMBRE DE LA REVISTA:


"Si pudiera lo haría: me rociaba
de pirocromos y canela,
y vivo me
quemaba;
ah,
pero que tu pecho
fuera mi plaza pública.

Imagina: escalarte
nardo a nardo con ardor hasta los ojos,
e inaugurar el día
desde allí…

---Me sueño
este charco de sol
que se pone de pie para cantarte".

-Si pudiera lo haría, de Desiderio Macías Silva

martes, 21 de diciembre de 2010

Historias para la luz de Febrero Vol. 3

Lecumberry

14. Jaja, pendejos

Un vendedor de enciclopedias llega arrastrando los pies hasta su pequeño departamento. Entra en el baño y orina, jala la palanca y mira como el agua gira en el retrete y desaparece. La tubería hace un ruido extraño. Lo reconoce pero le ignora, porque necesita darse un baño urgente. Abre las dos llaves de la regadera, el sonido de nuevo. Abre la llave del lavamanos.
Puta madre, dice mirando su rostro desarreglado con puntitos negros cubriéndole las mejillas. Al día siguiente el agua no volverá. Hará lo posible por verse lo menos sucio. Advertirá el mismo semblante en todos los que le acompañen en su viaje por el metro, el micro y el metrobús. En la noche, al detenerse a beber algo en un bar de siempre se enterará de la noticia: CRISIS MUNDIAL, RESERVAS DE AGUA POTABLE AGOTADAS. Le importará un bledo. Pedirá dos derechos de tequila y gastará lo que le queda de dinero.
Más tarde, caminando por alguna calle -cualquier calle-, será derribado a batazos por un par de vándalos con uniforme de secundaria. Le hurgarán a él y a su maleta llena de conocimiento en doce tomos de razonables pagos mensuales. Antes de que un último batazo lo deje semiesparcido por el pavimento sus dientes mostrarán una roja sonrisa. -Me terminé la última- gritará muerto de la risa, orinando.

15. Pirómano celeste

En huelga por incumplimiento de contrato, el  arcángel San Gabriel termina en un bar de paredes rojas, extraños óleos y parafernalia del Blue Demon, cerca del centro de Aguascalientes. Se sienta en alguna de las mesas y pide a Hugo, el mesero, le traiga una botella de ron. No servimos a arcángeles, le dice el garzón de barba huraña y gafas, si nos cae reglamentos nos cierran el negocio.
Al día siguiente los feligreses hidrocálidos podrán leer en la tribuna libre edición roja: ARCÁNGEL ENLOQUECE Y QUEMA UN BAR DEL CENTRO DE LA CIUDAD, “…¡me negaron el servicio!…”, rezará el pie de foto del alado criminal maniatado por dos elementos enmascarados de la AFI. El suceso será tomado como bandera en la campaña de guerra contra el narco en los spots transmitidos a nivel nacional.
Puesto que Dios, el Vaticano, Gobernación y la Aseguradora Hidalgo omitirán el pago de los daños a propiedad privada, el local continuará funcionando sin el domo que protegía a los clientes de las inclemencias del tiempo; paredes y óleos lucirán azarosamente calcinados, lo que para algunos gratuitos comentaristas del arte abstracto resultará una novedad efímera; y el mandamiento seguirá intacto: temerás a reglamentos por encima de todas las cosas.




16. Mala memoria

¡Esto lo vi en Trainspotting! Gritó Fira, apoyando la espalda contra la frágil puerta, golpeada del otro lado por un mastodóntico refrigerador Mabe de color limón con la puerta mostrando una interminable hilera de afilados colmillos, soltando aterrorizantes alaridos semejantes a los de un leopardo o un T-Rex; ¡Basta!, ¡Es un lugar común!, ¡Lo vi en Trainspotting!
Cuando la puerta cayó  y el refrigerador se acercó dando de saltitos mientras ella lanzó un último llamamiento a la razón, su última súplica: ¡Yo ni siquiera me drogo! El refrigerador habría pensado varias veces en corregir a su confundida víctima: eso lo habría tenido qué ver en Requiem for a Dream, nunca en Trainspotting.
Pero quién era él para corregirla, resolvió mientras eructaba camino a la cocina para beber una soda después de haberla devorado. Se detuvo a medio camino y se sintió estúpido; la soda se había terminado ayer, pero qué tonto, se dijo dirigiendo sus saltitos al Oxxo a tres cuadras de ahí.

17. Puro Rock

Ella sólo quería rock. Pero la prueba de embarazo dio dos rayitas en lugar de una, le dieron un largo requinto en el último toquín. Con un problema tan grande en las entrañas, tras hablar con su gurú-mejor amigo que quiere con ella como en el comercial de Sprite, tras darle miles de vueltas al asunto e incluso tratar de calcular quién era el padre por medio de una muy peculiar aritmética, sólo pudo resolver una cosa: ella seguía queriendo sólo rock.
Fue a una tienda darketa en el centro, a donde siempre se paraba a bobear mirando con admiración la ropa multicolor y los brillantes piercings. Sin meditarlo mucho preguntó al nosferatesco dependiente, si él de casualidad, sabía como arreglar su problemilla. -¿Así que sólo quieres rock?-, le preguntó el melancólico muchacho bajando el volumen a su estéreo que tocaba una rola de Nightwish. Pues bien, había un tipo qué vendía una pastilla.
El precio era alto: se decía que el tipo te apuñalaba –nunca de muerte- a cambio de su alquímica solución. Recibía en un localucho del mercado 5 de mayo, en donde además tatuaban. Ella rompió su cochinito, robó algunos billetes de la cartera de su padre y se encaminó para allá. Igual y se hacía un tatuaje, ya de paso y viendo que no le cobrarían ni un solo centavo.

18. Plática incoherente escuchada en un bar

Sucedió en la fiesta del Tito. Yo no soy su amigo, nunca le hablé, pero me contó Mayra, amiga de una niña con un culototote a la que le dicen la Witzy, nunca supe porqué le decían así, lo único que supe de ella y eso de oídas, es que le gustaba el rock. Esa noche se supone que iban a jugar a la botella y a probar un poco de soda que había conseguido el Pikachu, el compa ricachón que puso su casa del campestre para el desmadre.
    Mayra me dijo que la fiesta se puso bien loca y que en algún momento terminó platicando con la Witzy de su problema mientras se echaban un tabaco afuerita, en la terraza de la casa del Pikachu. La Witzy le dijo que había ido a ver a un tipo que regalaba una pastilla en el mercado 5 de Mayo. Que para dártela te tenía que poner un cuchillazo en la panza y que ahí te ponía la pastilla, después pedías tu deseo y rezabas tres padres nuestros y listo.
   La Witzy le dijo a Mayra que lo que ella pidió fue puro rock para siempre. Mayra no se acuerda de lo demás pero de esa peda seguro han oído. Fue la misma noche que se terminó el agua del mundo y comenzamos a beber esta mierda que quién sabe de dónde saca el gobierno. Fue la misma noche que agarraron al arcángel quemando ese bar cerca de la expoplaza y que encontraron un refri lleno de muertos cerquita de la glorieta del Quijote.
   Dicen que la Witzy, se sentó en la mesa de billar del Pikachu y ahí, frente a los ojos de todos los pasadísimos dudes, abrió las patas y comenzó a parir. Algunas personas se fueron, otras se quedaron nomás mirando. Primero le salió el equipo: atriles, luces, cuatro tipos gordos de staff, algunas lonas, un chingo de amplis y bocinotas de esas que les dicen ballenas y al final, una consola y un tipo para manejarla, al que todo mundo llamaba “el Fish”.
   A mi lo que se me hace perro que haya parido es la bataca, ¡nomás imagínate un platillo saliéndole por la araña!… ¿y luego un bombo?, ¿y si era doble? ¡Tsss!, no manches. Al final salieron ellos. Casi nadie los reconoció. Excepto la misma Witzy y el primo del Pikachu, el Fabiolo que era fan. Afinaron cuerdas, probaron micros y dieron la noche más brutal que tierras hidrocálidas hayan visto en su persignada vida; ahí estaba Ozzy Osbourne, ahí estaba Black Sabbath.
   No, no mames. Dicen que al amanecer de la casa del Pikachu no quedaba ni madres. Dicen que todos los vecinos salieron huyendo del Campestre. Y dicen, carnal, que hubo unos weyes a los que se les ocurrió llevarse a la Witzy y mantenerla bajo llave un rato, a ver si paría algo más. Yo no sé si estas mamadas sean neta; lo que sé, es que me han dicho que hoy tocan los Sex Pistols, por eso estoy en este bar de mierda.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario