EL POEMA AL QUE LE DEBEMOS EL NOMBRE DE LA REVISTA:


"Si pudiera lo haría: me rociaba
de pirocromos y canela,
y vivo me
quemaba;
ah,
pero que tu pecho
fuera mi plaza pública.

Imagina: escalarte
nardo a nardo con ardor hasta los ojos,
e inaugurar el día
desde allí…

---Me sueño
este charco de sol
que se pone de pie para cantarte".

-Si pudiera lo haría, de Desiderio Macías Silva

viernes, 30 de marzo de 2012

Woman


Azuzena García


Hanna se ha suicidado, su cuerpo yace sobre el sofá, su cara desvanecida refleja dolor. Crearon una atmósfera perfecta, la sala que las dos decoraron en complicidad, la oscuridad, el olor del incienso de canela y las velas de pachuli aluzaban la sala tenuemente, a lo lejos se escuchaba John Lennon; suavemente se besaron, se abrazaron, se conocieron. El mundo externo no sabe por qué Hanna se suicidó; Dany tiene la culpa pero no ha querido comentar nada, sus ojos revelan tristeza y arrepentimiento “Maldita sea, ¿Por qué le puse el cuerno?”, sus manos tiemblan y el piso esta marcado como si la madera carcomiera el crimen que intenta ser olvidado. Se conocieron la una a la otra, la sala era el espacio preferido y ornamentado por sus propias manos. La muerte se le pintaba en el rostro desde hacía ya varias semanas, con la llegada de su prima a la casa y el asombro de Dany. ¿Cómo es que Clara iba a ser la mejor amiga de su pareja? No, eso no estaba  bien; pero nada se podía hacer, Hanna ya está muerta. Primero las pláticas de Dany y Clara hasta altas horas de la madrugada, los mensajes de texto, luego vinieron las tardes de café sin Hanna, los abrazos constantes, la relación fue surgiendo; de que Dany le quería, eso era indudable pero Clara representaba un mundo divertido del que ella formó parte inmediatamente; Hanna siempre tan alejada, sombría. El olor a canela invadía sus cuerpos y la pasión se desbordaba, Hanna observó desde cerca la fantasía creada en el ambiente del que ellas eran partícipes, el espacio se llenaba de flores rojas y amarillas, Dany dijo un “Te quiero”. El mundo maravilloso se rompió en un bang. Hanna muerta y desvanecida en el sillón, la sangre corría a chorros y a lo lejos la música de John Lennon complementaba el ambiente.

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