EL POEMA AL QUE LE DEBEMOS EL NOMBRE DE LA REVISTA:


"Si pudiera lo haría: me rociaba
de pirocromos y canela,
y vivo me
quemaba;
ah,
pero que tu pecho
fuera mi plaza pública.

Imagina: escalarte
nardo a nardo con ardor hasta los ojos,
e inaugurar el día
desde allí…

---Me sueño
este charco de sol
que se pone de pie para cantarte".

-Si pudiera lo haría, de Desiderio Macías Silva

viernes, 30 de marzo de 2012

Caminos paralelos: Esbozo histórico comparado entre el español y el italiano

Paloma Mora


La lengua es en esencia movimiento, cambio y variación. Las lenguas que están en uso actualmente tienen una historia llena de cambios y obtienen su vitalidad al acompañar a los diversos grupos de hablantes en sus transformaciones culturales o históricas. Se percibe la riqueza en un idioma al estudiar sus variantes geográficas y sociales. El alcance de la habilidad comunicativa del hombre ha sido explicado por el último genio de la lingüística, Steven Pinker, al afirmar que
Una lengua común conecta a los miembros de una comunidad con una red de información compartida con unos formidables poderes colectivos. Cualquiera se puede beneficiar de los toques de genialidad, los golpes de fortuna o el saber espontáneo de cualquier otra persona, viva o muerta. Además las personas pueden trabajar en equipo, coordinando esfuerzos mediante acuerdos negociados. Como consecuencia de ello, el homo sapiens es una especie, que sin ser muy distinta de las algas marinas o las lombrices de tierra, ha originado cambios perdurables en este planeta[1].

Reflexiones similares se llevan a cabo constantemente en las clases de lingüística de nuestra universidad; temas sobre la conciencia lingüística y el establecimiento de relaciones de poder, la fluctuación ortográfica en el español mexicano, y la historia del idioma castellano y su parentesco con otras lenguas romances reflejan el interés de los jóvenes por conocer más sobre el idioma, tanto en su evolución histórica como en su aspecto sincrónico.
            Como la mayoría de los alumnos de nuestra universidad toman cursos de alguna lengua extranjera , he considerado interesante presentar un pequeño esbozo histórico de dos lenguas emparentadas: la española y la italiana; pero no sobre su evolución lingüística, que para tal empresa se necesitan varios doctorados y muchas vidas. Solo intento compartir algunos aspectos culturales que han logrado que las lenguas en cuestión  posean su estatus como lenguas frente a otras del mundo.
Hasta el día de hoy, conocemos que el español y el italiano actuales tienen su origen en variantes geográficas del latín vulgar. En Italia, la latinización no fue un hecho uniforme, sino “un fatto eminentemente popolare, frammentario, inculto[2]. Y las pruebas de este latín se encuentran en las correcciones de las gramáticas latinas, en inscripciones y en la presencia actual de los diversos dialectos emparentados. Así fue como se originaron dialectos surgidos del latín vulgar en toda la península itálica que conocemos hasta el momento: el toscano, el véneto, el friulano, el romano y el siciliano. Sin embargo, durante la historia posterior no todos correrían con la misma suerte ni gozarían del mismo prestigio.
Dentro de estos dialectos, el toscano es el que guardó una distancia más cercana con el latín clásico, manteniendo sobre todo un léxico extenso y variado; y se mantuvo alejado del latín gálico de casi toda la Italia septentrional y del latín umbro sanítico (meridional y central).
Durante ese periodo aparecen las primeras palabras que anuncian el “italiano” y que se refieren a la vida cotidiana y familiar de los habitantes de la península, quienes tomaban términos latinos y los deformaban según su pronunciación. Dentro de esta evolución aparecen los primeros textos escritos en lengua vulgar, se trata del poema Gesta Berengarii y de algunos ejemplos en un códice de la Biblioteca capitular de Verona.
El estudio de la historia de la lengua española marca su inicio con las invasiones de los ejércitos romanos sobre la península ibérica durante la extensión del imperio. Tras la romanización vendrá la invasión de los pueblos del norte de Europa desde el 409 y consigo una nueva aculturación. A este periodo se le conoce como la España visigótica, que comprende poco más de trescientos años (409-711).  Los visigodos, como los romanos, también portaban su cultura y lengua particulares; y enriquecieron nuestra lengua. Principalmente aportaron voces toponímicas, nombres y palabras referentes a la guerra.  Otro aspecto muy importante fue la aportación de una épica primitiva a nuestra literatura y las características de este género.
El final de la era visigótica se marca a la llegada de los árabes a la península, cuando el último rey visigótico llamado Rodrigo intenta enfrentar  la invasión de los árabes, lo que termina en la famosa derrota de la Batalla de Guadalete ganada por el ejército árabe y beréber comandado por Tarík. Para el año 718 casi toda la península se encontraba bajo la dominación árabe, y esta etapa fue la más larga en la historia de las dominaciones: más de siete siglos. Durante todo este tiempo fue mucha la influencia de los árabes en la cultura hispánica, visible en las edificaciones del sur de España, en la gastronomía, la música, la jardinería, joyería, alfarería, economía y las ciencias.
Pero esta época de no duró eternamente, los pueblos del norte de procedencia goda (los mismos del rey Rodrigo), rompieron la paz al comenzar lo que se conoce como guerras de reconquista. Ésto es, la recuperación del territorio árabe de España a manos de los ejércitos de los reinos cristianos del norte.
            Con este acontecimiento se marca una nueva etapa en la evolución del español, en donde se daría forma a todos los componentes mencionados anteriormente para establecer poco a poco la lengua nacional.
Mientras en la península hispánica se anunciaban tiempos de guerra, en Italia se gozaba de cierta tranquilidad lo que favorecía el crecimiento de otras actividades como el comercio y el florecimiento de la cultura. Las cortes italianas, primero la Siciliana y luego la de Venecia, cada vez más ricas, impulsaban le literatura regional escrita en los dialectos locales; y al final del siglo XIII, la región toscana comenzó a gozar de popularidad y riqueza económica, lo que atrajo a artistas que buscaban lugar para desarrollar su arte.
Dentro de la tradición poética y de la teoría lingüística aparece Dante Alighieri con su defensa por el vulgar, problema que reflexiona y trabaja con gran empeño.  Dentro de su De vulgari eloquentia (cerca del año 1308) expone su postura sobre la cuestión de la lengua, la primera polémica es la defensa de la lengua vulgar ante el latín pues la define “como piú nobile del latino perché preso da natura e non imparato per arte.” (como más noble que el latín porque fue tomada al natural y no aprendida por arte)[3]. La segunda afirmación es la preferencia del vulgar regional ante el francés y el provenzal que para entonces tenían mucho prestigio en Italia.
En este tratado, Dante realiza un minucioso estudio dialectal, en el que menciona la existencia de catorce vulgares de los cuales el boloñés ocupa el lugar más alto debido a su suavidad y elegancia, mientras que el romano se encuentra en el lugar más bajo, y ni siquiera menciona el siciliano.  Hace mención también de un “vulgar ilustrado”, que no es sino un ideal que podría ser usado dentro de la literatura. Sin embargo, Dante no persiguió este objetivo sistemáticamente; la misma Divina Comedia debía estar escrita bajo este ideal, pero a final de cuentas se trató de una mezcla con la base del dialecto florentino, algunos latinismos y otros dialectos.
Aun así, con su obra fundó los inicios de una lengua que posteriormente serviría como modelo para construir la lengua nacional. Pero queda la pregunta acerca de la elección del florentino por Dante para la realización de la Divina Comedia; Giacomo Devoto menciona tres razones que explican esta elección.  La primera es de orden político, el dinamismo de la ciudad tras su victoria en la batalla de Campaldino en 1289, lo que derivó en un gran desarrollo económico de Florencia dentro de la región toscana, por lo que dejó de ser una ciudad alejada y vieja.  La segunda es la posición geográfica de Florencia en el centro de Italia, donde “Un modello di lingua letteraria poteva irradiare senza superare ostacoli troppo numerosi o lontani.” (Un modelo de lengua literaria podría irradiarse sin enfrentar múltiples obstáculos)[4].
La tercera razón es de tipo funcional, consistía en que, siendo lejana ya del latín, la base florentina contenía numerosas palabras cercanas a esta lengua que eran necesarias para el desarrollo de textos literarios y técnicos con la cuales el vulgar aún no contaba.
Con el siglo XV comienza la lucha por elevar el estatus del dialecto florentino, y a partir de 1414 se da el carácter obligatorio al uso del vulgar local en los tribunales comerciales. En ese mismo año aparece el Certame Coronario, el cual era un debate poético que intentaba darle posición al vulgar. Allí aparece un texto de Leon Battista Alberti, el Trattato della famiglia, e intenta crear con su escritura un vulgar a un nivel elevado pero liberado de latinismos y abierto a los vulgarismos.
A partir de entonces aparecerán muchos  textos de temas variados escritos en lengua vulgar, con lo cual esta lengua dejaría de ser sólo un dialecto prestigioso para iniciar la tradición literaria de la lengua italiana. Leonardo da Vinci escribe su Trattato sulla pittura empleando formas populares; Lorenzo il Magnifico logra desarrollar estructuras sintácticas  similares a las de Dante.  Pero fue la imprenta lo que originó un vertiginoso crecimiento en la difusión del toscano y el florentino en particular. En 1470 aparecen ediciones de la Divina Comedia de Dante y el Canzonero de Petrarca; con ello comienza la estabilidad ortográfica imponiéndose por toda la región.  Para entonces en Roma ya el toscano era muy apreciado dada su producción literaria, y el romano se tenía cada vez en menor estima al representar un nivel social bajo.
Con la enorme difusión del florentino, se inició nuevamente la batalla sobre cuál era la lengua que debía ser usada como modelo ilustrado; el latín ya se encontraba en desuso y su empleo generalizado sólo ocasionó irregularidades. Por lo que se debía encontrar una lengua reconocida por todas las clases sociales y se debía difundir por toda Italia. Entonces, Pietro Bembo en su Prose della volgar lingua (1525), propone que esa lengua sea el vulgar, propiamente el florentino; pero el modelo debía ser tomado de los escritos de Dante, Petrarca y Bocaccio. Junto con las teorías de Bembo, aparecen los escritos de Machiavello bajo este ideal; y la primera gramática toscana De la lingua che si parla e si scrive in Firenze (1551) de Pier Francesco Giambullari.
            Otro hecho importante fue el reconocimiento de la Academia florentina en 1541 con el decreto de Cosimo I, y su tarea era traducir todo texto sobre cualquier disciplina al toscano.  Posteriormente, en 1583, se declara oficialmente el nacimiento de la Accademia della Criusca la cual es el equivalente de la Real Academia de la Lengua Española; y el menos de 30 años ya había realizado el Vocabolario degli accademici della Crusca cuya primera edición sale en Venecia en 1623.
            La situación de España fue muy distinta en esos siglos, el contexto bélico retrasó, con relación a Italia, el desarrollo de los dialectos hasta alcanzar un estatus literario. Eso no significa que nada haya sucedido en todo ese lapso de tiempo, por el contrario, estos hechos históricos brindaron nuevas fuentes para la evolución lingüística de España.
La cultura guerrera desarrollada en aquellos años, trajo consigo elementos lingüísticos fundamentales, como los nombres de los reinos: Castilla que en aquellos tiempos significaba “pequeños campamentos militares”, y, León recuerda a las legiones o acuartelamientos. También se germina un género muy español: la épica, la cual tuvo su inspiración en las leyendas que se contaban acerca de sus guerreros cuando éstos se encontraban en batalla.
            La fuerza del Castellano ha ido siempre de la mano con su momento histórico y su producción literaria. Cuando la euforia de los reconquistadores se encontraba en su punto más alto se produce una leyenda que da origen al texto que reconocemos hasta nuestros días como el primero en la historia de la literatura española: El cantar de mio Çid, en donde se narran las luchas entre los reinos de Castilla, León y Aragón, y las batallas contra los árabes.
            En el siglo XIII, ya existían en España una gran variedad de textos de diversos géneros, escritos en su mayoría en romance; pero como no existía ningún sistema único de escritura existía una gran vacilación y excesiva concurrencia de formas. Así, la variación lingüística y dialectal se convertía en un problema al querer escribir todos esos sonidos y formas propias y extranjeras. Las dudas se encontraban en todos lados, principalmente en las grafías de los sonidos sibilantes, de los palatales, y de las labiales (entre la u, la b y la v). La escritura era caótica, no había reglas para la separación de palabras, la posición de artículos y pronombres, el empleo de los verbos, la subordinación y la variedad léxica, estaban por doquier,
            Para fortuna de la lengua española, llegó al panorama uno de los personajes más queridos y respetados (incluso hasta nuestros días), del pensamiento y la cultura españolas, me refiero a Alfonso X, el Sabio, quien durante su reinado (1252-1284), logró dar un lustre nuevo y floreciente a la lengua, la literatura y cultura de su pueblo.  Recogió la tradición famosa de la “Escuela de Traductores de Toledo”, y reuniendo gente sabia y letrada de todos los orígenes, se impuso como tarea dar a conocer a Occidente la cultura oriental heredada en textos que traducía del árabe y del hebreo.
            El trabajo de los traductores de las escuelas fundadas y apoyadas por Alfonso X, fue resolviendo poco a poco las graves vacilaciones lingüísticas, y especialmente en la escritura, logró la normalización de grafías. Así mismo, adoptaron el vocabulario y la sintaxis para lograr la representación más clara de ideas nuevas o complejas. Se crearon neologismos, nuevas conjunciones, y partículas diversas. Este primitivo pero muy extraordinariamente correcto castellano, se refleja en obras de D. Juan Manuel, del Arcipreste de Hita y otros autores que se vieron favorecidos por la famosa Reforma Alfonsina.
            Pero el crecimiento de la lengua y literatura españolas no quedó allí; gracias a la conquista de Nápoles por Alfonso V y el conocimiento de las obras de Dante, Petrarca y Boccacio, así como la revalorización de escritores greco-latinos; la oleada del humanismo italiano llegó hasta España para tomar tintes propios.
            Lingüísticamente se admiraba al latín, y se introdujeron a un formado castellano nuevas voces latinas que se conocen como cultismos, se creaban nuevos procedimientos estilísticos que afectaban el nivel sintáctico como el hipérbaton. De esta influencia se originaron obras como las del Marques de Santillana, la del Arcipreste de Talavera y la cumbre de este periodo marcada por La Celestina.
            El hecho político de la unión de las coronas aragonesa y castellana con el matrimonio de los Reyes católicos (1479), la recuperación de Granada, la expansión española en el mediterráneo y el “descubrimiento del nuevo mundo”, dieron a España el lugar de potencia que dominaba, sino el mundo, sí gran parte de él. La lengua de “los españoles” se iba expandiendo por toda Europa, los embajadores españoles en el senado veneciano podían hablar en su lengua. El español se imprimía por todos lados, en libros, diccionarios, gramáticas y otros textos. Abundaban por Europa maestros de español  y las comedias escritas en España se representaban en otros países. Incluso Carlos V imprecó a un embajador que no sabía hablar español. Fueron grandes siglos para la lengua y cultura de España; no por nada se les conoce como “los siglos de oro”, quizá los más grandes en la historia de esta nación.
   Entonces se produjeron muchas gramáticas, pero la más importante de ellas, por su contenido, momento histórico y dedicatoria es la Nebrija. También se observan factores interesantes como la revalorización y estudio de las lenguas vulgares, la evolución de la lengua hacia una etapa más estable y la extraordinaria floración de la literatura con autores tan brillantes como  Cervantes, Góngora, Lope de Vega y Quevedo, Boscán, Tirso de Molina, Juan Ruis de Alarcón, Calderón de la Barca, Lope de Rueda, Gonzáles de Eslava, Enzina, Gutierrez de Cetina,y otros. Todos estos autores  aún brillan como la mayor gloria de España y sus textos siguen siendo novedosos, grandes y dignos de cientos de estudios.
            Desde la aparición de la Gramática de Nebrija hasta el siglo XVII, muchos fueron los cambios que sufrió el español para ir readaptando sus formas a las necesidades de los hablantes. Se adaptaron muchos americanismos al Castellano debido a la conquista de los pueblos encontrados, evangelizados y adaptados a una nueva cultura. Y se dieron cambios en todos los niveles de la lengua: fonéticos, sintácticos y léxicos. Del mismo modo, estas variaciones, no sólo se veían en España, sino también en las distintas regiones de América que poco a poco iban tomando forma propia.
            Así como los años de invasión árabe y batallas de reconquista habían retardado el desarrollo literario de los dialectos hispanos; la falta de unidad política en Italia causó la imposibilidad de una unidad lingüística a pesar de la gran cantidad de textos literarios producidos desde Dante hasta el siglo XVIII.  Es gracias a la invasión napoleónica en Italia como se logra cierta unidad política, pero para formar parte del imperio francés.
            Es obvia una influencia de la lengua francesa en Italia y en los dialectos existentes en la península; palabras con acentuación aguda como libertà, società, amabilità, especialità, demuestran esta influencia.  Sin embargo, la lengua francesa no fue aceptada por completo en Italia, “la rigidità dell’ordine lógico delle parole, la povertà delle sue derivazioni, la mancanza di diminutivi e superlativi, l’imposibilità di distinguere lingua poetica e lingua prosastica[5], fueron algunas de las causas de este rechazo.
            Otro factor que colaboró con la defensa del italiano fue el gran número de gramáticas normativas que, junto con la Accademia della Crusca, cuidaban y formaban la lengua que ya llamaban “lingua italiana”.  Entre estas gramáticas se encuentran la Dell’uso e dei pregi della lingua italiana (1791 o 72), de Gian Francesco Galeani Napione; el Saggio sulla lingua italiana (1800) de Melcchiore Cesarotti; la Dissertazione sullo stato presente della lingua italiana (1811) de Antonio Cesari; y Regole elementari della lingua italiana (1833) de Basilio Puoti.
            En el siglo XIX aparecen dos grandes escritores que darían nuevas fuerzas a la lengua italiana de tradición literaria, Giaccomo Leopardi y Alessandro Manzoni. El primero fue dedicado poeta que empleaba las formas más correctas de la lengua con un ritmo y estilo depurado y fresco. El segundo estuvo dedicado a las cuestiones de la lengua que ya en una carta a su amigo Fauriel anticipaba los problemas con los que se enfrentaría el italiano para su difusión, mencionando entre las causas la división política de Italia y la visible diferencia entre las clases sociales.
            Tras su independencia del imperio francés en 1861, Italia finalmente se une como una nación bajo la monarquía consitucional de Victor Emmanuele II. Y diez años después Roma sería proclamada como la capital de esa nueva nación. Pero en 1920 Italia comenzaría uno de los periodos más polémicos de su historia: el control fascista bajo el régimen de Benito Mussolini, quien ciertamente fue un duro y criticado dictador, pero que logro mantener unida a Italia durante los años de las dos Guerras Mundiales.

FUENTES

ALATORRE, Antonio, Los 1,001 años de la lengua española. FCE, México, 1989.

DEVOTO, Giacomo y Maria Luisa Altieri, La lingua italiana: storia e problemi attuali. Edizioni RAI, Torino,  1968.

DE MAURO, Tullio, Storia linguística dell´Italia uñita, Editori Laterza, Bari, 1972.

LEPSCHY, Anna Laura y Giulio Lepschy, The Italian Language Today, Routledge,  London, 1988.

PINKER, Steven, El instinto del lenguaje, Alianza Editorial, México, 1995.

SOBRERO, Alberto (ed.), Introduzione all’italiano contemporáneo. La variazione e gli usi, Editori  Laterza, Bari, 1999.

QUETGLAS i NIOLAU, Pere, Elementos básicos de filología y lingüística latinas, Edit. Teide, Barcelona, 1985.


[1] Steven Pinker, El instinto del lenguaje. Alianza Editorial, México, 1995, p. 17.
[2] Giacomo Devoto y Maria Luisa Altieri, La lingua italiana: storia e problemi attuali. Edizioni RAI, Torino, 1968, p.13.

[3] Ibid. p. 37.
[4] Ibid. p. 43.
[5] Ibid. p. 92.

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