Víctor Ruiz Velasco
[Lima, Perú, 1982]
Al bárbaro Pólack
La última hoja de otoño
terminó por caer esta tarde
justo sobre mi espalda.
Gracias a dios que el árbol,
aunque maltrecho y pintado,
siguió en pie.
Contrariamente,
este suceso me hace pensar
que todo pasará.
No como el mal sabor de lo nuevo
o perdido.
Este no ha sido un adiós prolongado.
Este no ha sido un largo murmullo
en busca de un cuerpo.
Cuando todos se han ido
y los menores se buscan solo por nombres
o por su ubicación en torno a la mesa/
y todavía no sabes
si el otoño siguiente
desearás que en lugar de la hoja
caiga la sombra del árbol,
o si querrás ser el árbol
cayendo
como una palabra desde lo alto
de una gran boca.
Y entonces callas para no herirte.
Para evitar caer como una palabra
no escrita o perdida.
Caes de la noche a la noche,
sobre la noche / y todavía te buscas.
Un golpe sordo y pequeño, entonces…
mientras descubres que
algo acabó de perderse,
irremediablemente.
NADA debería perderse
sin dejar constancia
de su presencia en el mundo,
una huella, un rastro,
que todo aquello que es algo, siga.
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