Sergio Martínez Medina
Escribe ya el lapicero
este mío romancero.
Triste, como juglar canto.
Celeste nocturno manto
es testigo de mi llanto.
Hoy ha caído un aguacero.
Escribe ya el lapicero;
he aquí este romancero.
Este amor es mi templanza,
de mi alma esperanza.
Es un beso que abraza
de tu corazón el lucero.
Escribe ya el lapicero
éste, mi querer sincero.
Al mirarte, indecisa,
opaca está tu sonrisa:
¿Quién ha dejado ceniza
en el ardiente bracero?
Respondía, en la lejanía,
con dulce voz agitada,
una niña, que me veía
con sus ojos de gitana:
"Ha venido con palabras de amor
el hombre de los rasgos moros;
se ha ido, llegando el albor,
dejando mis cuartos solos...
¿Cuándo volverás con tus versos
dueño de las brillantes niñas?
¿Tendré que robarte tus besos,
mi uva de prohibidas viñas?”.
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