Rubén Torres
Te dormiste sin despertar anoche,
sin apagar las velas,
derramando baba cristalina,
cansada, dormida,
flor de luto y de lujuria.
Antes de salir del roce
de tus manos por la almohada
sucia, muda,
pena de montaña
en el fondo de tu boca.
Sin despertar al día,
sin voltear a verme,
sin callar el ruido de tu adentro invulnerable,
sin decirte. ¡Basta!
Te dormiste sin dormirte anoche.
Pasta desértica, silencio
que consultas como el siempre conversar.
Blanca, pura,
sin dormirte te dormiste nunca.
***
Una paz, cristal del fruto de la noche, nada más que calma, calles, mares, lagos sin montaña, pero cayendo más y más a ese oscuro grito que del dormirse encarna, ver ventanas sin reverso, flores blancas, amarillos muros que rodean tu cuello, más y más.
Ese embudo túnel en que termina espejo.
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