Paul Éluard
Traducción de Benjamín Valdivia
Tú la sola y escucho las hierbas de tu risa
Es tu cabeza la que te eleva
Y de lo alto de los peligros de muerte
Sobre los globos agitados de la lluvia de los valles
Bajo la luz pesada bajo el cielo de tierra
Detienes la caída.
Los pájaros no son ya refugio suficiente
Ni la pereza ni la fatiga
El recuerdo de los bosques y los arroyos frágiles
En la mañana de los caprichos
En la mañana de las caricias visibles
En la gran mañana de la ausencia la caída.
Los barcos de tus ojos se pierden
En el encaje de las desapariciones
El abismo se revela a los demás para apagarlo
Las sombras que creas no tienen derecho a la noche.
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